04/06/16
*Por María Fernanda Guevara Riera
*Por María Fernanda Guevara Riera
Filósofa
Como punto de partida para alcanzar una perspectiva filosófica latinoamericana de los grupos desfavorecidos socialmente que nos permita iniciar un diálogo conciliatorio entre nosotros en pro de la unificación, nos apropiamos del término subalterno desarrollado por Antonio Gramsci (Cuadernos de la cárcel, 1975). Desde la perplejidad pretendemos matizar lo que se entiende por subalterno en las ciencias sociales en Latinoamérica y, a partir de allí, construir una mirada perpleja, una mirada alterna, una mirada itinerante que nos consienta “sacudir el tablero” y proponer reivindicaciones teóricas que no emerjan ni se signifiquen sólo en relación a la ubicación de los sujetos menos favorecidos socialmente que los define como inferiores, subordinados o marginalizados en relación con su clase social, color de piel, género u orientación sexual entre otras formas sociales de exclusión. Esto es así porque consideramos que si nos aproximamos desde el pensamiento binario inferior/superior, pueblo/élite, blanco/negro las propuestas teóricas que de allí emergen se traducen en una teoría actuada que siempre tendrá como mirada el enfrentamiento entre los opuestos.
A partir de los Estudios Culturales y tomando distancia de los mismos sostenemos que lo escurridizo del término subalterno y las diferentes aproximaciones y significados al mismo que encontramos en Said, Spivak, Guha o Stuart Hall, además de los teóricos sociales latinoamericanos (Teorías sin disciplina, 1998), más que un problema contribuye a alimentar la perplejidad que nos consiente crear y re-crear lo social en pro de la construcción de mapas de sentidos que nos concilien como nación, como región mirando a las orillas. Así, antes que tratar de definir la noción de subalterno como si de una cosa se tratara, vamos a ver ¿qué podemos decir a propósito de la subalternidad desde la perplejidad? Sin embargo, vale destacar de inmediato que iremos enriqueciendo la noción de subalterno-subalternidad que hoy trabajamos en entregas sucesivas.
Ahora bien, para analizar las consecuencias nefastas a nivel social del tardocapitalismo en nuestras sociedades latinoamericanas, el término subalterno contribuye a otorgar un sendero por el cual transitar y otorgar luces teóricas con el fin de intervenir, posteriormente, en pro del todo social. Así, podemos decir que en nuestras sociedades existen estratos sociales, grupos a los cuales no se les está negada de entrada una “perspectiva de porvenir” a partir de la cual construir un horizonte de vida y de significados en el cual el individuo y/o los grupos experimenten que sus existencias tienen la posibilidad de construirse a partir del esfuerzo. A su vez existen amplios sectores –la mayoría– en nuestra vasta región Latinoamérica que, de entrada y a lo largo de su curso histórico, tienen mermadas las posibilidades de una vida enriquecida por “los posibles”, por la promoción en lo social que les posibilitaría la elección, el cultivo y el desarrollo de sus talentos originarios trayendo como consecuencia la negación de las denominadas “perspectivas de porvenir” de dichos individuos y/o grupos. Si bien hago un uso propio, la noción de “perspectivas de porvenir” y “posibles” las tomo del segundo Sartre (Crítica a la razón Dialéctica, 1960).
Entonces subalterno en nuestra Venezuela, ¿a qué se refiere? “Sacudimos el tablero” y hablamos a propósito de la subalternidad y afirmamos que la merma en las “perspectivas de porvenir” en nuestro país, extensivo a la región, tienen que ver con las condiciones de pobreza en las cuales se encuentra la mayoría de nuestra población. En entregas posteriores trabajaremos la noción de pobreza con el fin de contextualizarla. Por lo pronto, se hablaría de la clase obrera, del proletariado, del campesinado: hablamos, también, de los grandes cordones de miseria, de los barrios, de las favelas, de los excluidos dentro de las metrópolis. Pero, la negación de “perspectivas de porvenir” requiere una mirada perpleja para poder replantearse y superar el pensamiento binario al cual hemos hecho referencia en todas nuestras entregas precedentes.
A partir de lo anterior afirmo, entonces, que no se les están negadas las “perspectivas de porvenir” sólo a aquellos que están ubicados en el reglón de los desposeídos o marginalizados, sino, también, a aquellos que la sociedad, de entrada, les permite el cultivo y la promoción de sí. Porque si bien es cierto que “los posibles” de los subordinados están prácticamente cerrados, a dicho cierre corresponde también la progresiva disminución de “los posibles” de aquellos ubicados en los estratos favorecidos. Lo anterior es así porque el espacio común que habitamos se configura, alimenta y retroalimenta de una parte a otra edificando un ethos compartido. De forma tal que las consecuencias sociales de la pobreza en el deterioro de las condiciones que posibilitan la riqueza humana en todas sus dimensiones no se limitan a los grupos subalternos, sino también, a todos aquellos favorecidos que habitan la polis.
Lo expuesto arriba, además, está transido de punta a punta por dos proyectos que hemos dicho en nuestra primera entrega que lucen de entrada antagónicos entre sí. Pareciera ser que aquellos favorecidos socialmente promueven un proyecto moderno y aquellos desfavorecidos promueven un proyecto de rescate de identidad al cual hemos denominado subalterno. Sin embargo, sacudo nuevamente el tablero y desde la perplejidad sostengo que las consecuencias de la pobreza tanto en uno como en otro quiebran las posibilidades de un futuro prometedor como país y nos obligan a otra mirada más conciliatoria. Y, a su vez, me arriesgo a afirmar que lo subalterno necesariamente no debe ser reconocido sólo en la pobreza, miseria o exclusión cuando se habla de rescate de identidad. Sea la noción de identidad que sea, esencialista o de procedencia, necesitamos encontrar lugares de reconciliación en donde la modernidad-subalternidad no reproduzca la pobreza. Necesitamos viajar de una orilla a otra, de la modernidad a la subalternidad y de la subalternidad a la modernidad para construir un proyecto alterno de mirada perpleja, de mirada alterna, de mirada itinerante, que nos permita superar la noción de subalterno y construir un espacio común provechoso como nación, como región. Seguiremos trabajando esta mirada perpleja, alterna e itinerante en las próximas entregas.