¿De qué color es un lápiz de color carne? por Angélica Dass



Crecí en mi hermoso país, Venezuela, en donde las diferencias de colores no nos hacían diferentes ni menos iguales entre nosotros; negrito, con leche o marrón, todos éramos iguales porque en la paleta de colores se muestra la riqueza de colores de la Humanidad.


Durante su historia reciente, Venezuela se enriqueció de muchísima inmigración y todos salimos enriquecidos de ella: no existía narrativa alguna que nos separara, disminuyera o discriminara por el color de la piel, por clase social, nacionalidad o sexo. El valor de las relaciones humanas radicaba en lo trabajadores, decentes, respetuosos y solidarios que éramos entre nosotros, en el echar pa'lante con dedicación y honestidad.


Y desde allí construimos la narrativa en acto de la Venezuela democrática que estamos empeñados en rescatar. La Venezuela anterior a esta narrativa del Socialismo del siglo XXI que se obstinó durante estos 20 años en sembrar corrupción, odio y resentimiento en la sociedad venezolana.


Ser personas implica crecer con amor en una familia, en una sociedad que cobije y resguarde a sus integrantes con valores humanizantes. Se trata de crecer, a su vez, en el aula de clases porque se construye desde ya el mundo de la libertad que anhelamos, con cero racismo, para que desaparezcan "las mochilas" como las que hoy nos cuenta Angélica Dass.
#GraciasVenezuela
#GraciasMamáPapá
#GraciasUCAB
#GraciasEspaña
#PorUnMundoJusto